Siempre entra en debate el hecho de si el colecho es una buena práctica o no para el sueño de nuestros pequeños.
El hecho de colechar viene desde nuestros antepasados y nuestra parte más animal, donde los mamíferos con sus cachorros comparten la zona en la que descansan por la noche. La verdad es que tenemos la suerte de evaluar y sacar datos concluyentes a través de la ciencia de cuánta parte podemos adaptar a nuestra realidad de hoy en día, de esos hábitos animales y naturales.
El colecho, en definitiva, no es más que el hecho de compartir el lecho con nuestro hijo o nuestros hijos. El dato es que las últimas evidencias científicas nos han cambiado las recomendaciones para proteger la salud de los más pequeños.
Por esto se recomienda que nuestro bebé comparta el lecho durante los seis primeros meses de vida y se aconseja durante el primer año. Esta recomendación viene por la evidencia de que se disminuye el Síndrome de Muerte Súbita del Lactante (SMSL) que tanto nos preocupa y se mejora de forma considerable la lactancia materna exclusiva que tantos beneficios sabemos que tiene. De ahí que importantes organizaciones como la OMS, UNICEF y el Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría apoye los beneficios de esta práctica, pero siempre manteniendo unos mínimos de seguridad.
Y es aquí donde está la parte más importante de las nuevas recomendaciones. Tal y como nos explica la Asociación Americana de Pediatría (AAP), el colecho está recomendado durante los seis primeros meses de vida del bebé. Siempre y cuando, y esta es la parte que siempre nos olvidamos, el bebé tenga su propia superficie firme para dormir. Nada de sillones, putacas o hamacas.
Y de ahí empiezan a surgir las maravillosas cunas colecho, que cumplen todos los requisitos para que la nueva forma de colechar se haga de manera óptima y segura para nuestro bebé.
Es algo que le explico a todas las familias que atiendo. Suelen ser familias que vienen de un maldormir de semanas o incluso meses, algunas incluso años, y están los padres realmente agotados. Precisamente por su agotamiento, acaban con su bebé en su cama entre ellos, lo cual no les asegura una mejora en el sueño de este pequeño. De hecho, todo lo contrario. El peque se sigue despertando igual, se mueve mucho y sigue sin descansar nadie. Y es que precisamente por este agotamiento insisto mucho en explicar a todas las familias que trabajan conmigo lo peligroso que es este hábito. Porque como siempre digo, «nunca pasa nada hasta que pasa».
No es nada agradable hablarle a unos padres cansados, irritables y con un nivel de paciencia bajo, debido a su maldormir provocado por el maldormir del peque, de términos como Síndrome de Muerte Súbita del Lactante o Asfixia Infantil.
En cuanto explico estos términos y cómo pueden ser provocados por compartir la cama con ellos, tengo más mamás que empiezan a sentir esa culpa hormonal que se instauran nosotras desde que somos madres, padres con lágrimas de conciencia de mala conciencia, que solamente quieren hacer lo mejor para sus peques y que se dan cuenta de que esto es una parte peligrosa.
Por lo tanto, tampoco es agradable para mí tener que explicarlo, pero yo siempre, siempre busco la seguridad de ese pequeño.
La realidad es que nosotros dormimos con sábanas, almohadas, edredones o colchones no tan duros como necesitan nuestros bebés. Ellos necesitan dormir en su propio colchón, firme, sin sábanas ni almohadas, únicamente con un saquito de dormir si sufrimos porque pueda tener frío.
La temperatura y la humedad deben ser óptimas y dormir en medio de los padres con su edredón o su sábana puede provocar un exceso de temperatura, además de todas las anteriores peligrosidades que he hablado.
En resumen,
¿colechar compartiendo habitación? Sí.
¿Colechar compartiendo cama? No.
La opción de una cuna colecho es lo más recomendable porque se adapta a todas las situaciones y siempre debemos tener en cuenta la seguridad de nuestro peque.