Las 10 razones que me llevaron a la desesperación y cambiaron mi vida

En esta ocasión, quiero abrirme y compartir mi propia historia, cómo me sentía y todo por lo que pasé. Siempre creo que es bueno escuchar las experiencias de otras familias para que no te sientas sola o solo, y para que veas que hay personas que han pasado por situaciones similares a las tuyas o que están pasando por lo mismo en este momento. Es por eso que en mi página web, www.aliciamarques.com, encontrarás testimonios de familias que han trabajado conmigo y han pasado por todo el proceso. Ellos también comparten en qué punto se encontraban, porque como siempre digo, desde que somos pequeños, nos dicen a las embarazadas que nos preparemos para no dormir, que es normal que los niños duerman mal y que es solo una etapa. En la página web verás varios testimonios de personas que han pasado por eso, incluso algunas han llegado a los tres años de edad de su bebé, y otras han decidido hacer un cambio antes.

Pero más que nada, quiero que te sientas comprendida. En mi caso, me sentí un poco sola. Creía que todo esto era solo yo, que estaba exagerando y que era normal porque siempre decían que los niños dormían mal. Sin embargo, tenía cierta desconfianza en mis propios pensamientos, porque ya había criado a otro niño y sabía que podía vivir la maternidad y la crianza de otra manera. Bueno, quiero compartir contigo las diez razones por las que decidí dar el paso, hacer un cambio y probar todo lo necesario para que todos pudiéramos descansar mejor. Pero primero, quiero comenzar desde el principio. Sé que al inicio de este podcast di una breve explicación de mi historia, la cual puedes leer en mi página web, pero siempre me gusta contarla porque creo que es importante que te sientas identificada. Además, si en algún momento tienes dudas sobre si empezar a trabajar conmigo o recibir mi acompañamiento, considero que es fundamental que sientas esa conexión y sintonía con la persona que te va a ayudar. Es crucial cuando se trata del sueño de tu hijo, lo más importante en tu vida. Así que, sin más preámbulos, comencemos.»

Nosotros teníamos a Marcos, nuestro primer hijo, quien cambió radicalmente nuestras vidas. Luego nos quedamos embarazados nuevamente y, por supuesto, volvimos a escuchar comentarios como: ‘No te imaginas lo cansada que estarás con dos, el bebé no duerme y tu hijo mayor ya ha crecido’. Y es cierto, siempre diré lo mismo. Dos niños no son simplemente uno más uno, son dos, lo cual implica mucho más trabajo, responsabilidad, maternidad y paternidad. Luego, Nico nació el 25 de febrero de 2020. Seguro que te suena esta fecha porque fue muy cercana al comienzo del confinamiento. A los diez días de nacer, Nico contrajo una bronquiolitis, algo muy común en los recién nacidos con hermanos mayores, ya que era época de bronquitis. Mi hijo mayor solía tener bronquitis con bastante frecuencia y probablemente lo contagió. Nos encontrábamos en el Hospital Universitario de Son Espases, que es el hospital de referencia en Mallorca, ya que el niño presentaba dificultades respiratorias. Lo llevamos a urgencias y nos ingresaron para observación durante todo el día de un jueves.

Ese jueves fue el mismo día en el que, según las noticias, se anunciaba que todos los colegios de Madrid cerrarían. Mientras estábamos en el hospital, recuerdo que nos decían que era solo una gripe, que todo era bastante exagerado, pero que aún no se habían pronunciado sobre la situación en las Islas Baleares. El caso es que la oxigenación en sangre de Nico no era adecuada. Nos observaron y nos trataron muy bien en Son Espases. Luego, por la tarde-noche, nos dijeron que en principio nos quedaríamos ingresados, pero luego nos informaron de que acababan de cambiar todos los protocolos del hospital y que debíamos irnos a casa. 

Nos dijeron que si el niño se pone morado, regresen de inmediato’. Menos mal que en ese momento ya era madre de otro hijo, porque si me hubieran dicho eso con el primero…

No quiero ni pensar en todas las familias que han pasado por esa situación o incluso por nacimientos durante la pandemia. Fue una época muy complicada.

Al día siguiente, los niños no fueron al colegio porque Nico no estaba bien y no confiábamos en que Marcos empeorara. El sábado, nos encerraron a todos en casa. Menciono todo esto de antemano porque creo que la pandemia afectó a todos de alguna manera. Simplemente quiero compartir cómo mi hijo de dos años y medio, Marcos, fue sacado del colegio, se le prohibió ver a sus abuelos y quedó encerrado con sus padres sin sus amiguitos. Marcos es un niño muy extrovertido y los celos son muy comunes en esa etapa. De hecho, alrededor de los 18 meses ocurre uno de los hitos de desarrollo más importantes, que es la ansiedad por separación del objeto invisible, como se le llama. En esta etapa, los niños son capaces de entender que un objeto existe aunque no lo vean. Lo mismo ocurre con papá, mamá, abuelos, es decir, saben que existen y pueden echarlos de menos aunque no los vean. Así que Marcos, con dos años y medio, no estaba en el pico máximo de ansiedad, pero sí echaba mucho de menos a sus abuelos, amigos y a su profesora de la guardería.

La pandemia no fue fácil y siempre diré lo mismo: no sé en qué medida afectó a Nico el hecho de estar en esa burbuja y en qué medida fue su carácter. Nunca lo sabré. Pero el caso es que Nico era más intenso, más demandante y era diferente a su hermano, lo cual es muy común en los hermanos. A partir de ahí, nos dimos cuenta de que el sueño y la conciliación del sueño no eran tan fáciles como con su hermano. Poco a poco nos permitieron salir y, cuando lo hacíamos, intentábamos dejar a Nico de vez en cuando con los abuelos, cuando las normativas lo permitían, para poder centrarnos más en Marcos, quien estaba pasando por un pico de celos muy complicado. Sin embargo, cuando Nico cumplió seis meses, en lugar de tener menos despertares nocturnos, comenzó a tener más. Nico tenía alrededor de cinco despertares nocturnos cada noche. Nosotros ya estábamos cansados, ambos trabajábamos y Marcos estaba lidiando con muchos celos. Fue muy difícil para él, ya que estábamos todos encerrados y nosotros, como padres, tampoco estábamos en una situación tranquila. Todo se sumaba. Cuando Nico cumplió siete meses, estábamos llegando a un promedio de 12 o 13 despertares nocturnos, y llegamos a un pico de 15 despertares nocturnos. Quince despertares nocturnos significaban que prácticamente no dormíamos. Y cuento todo esto porque comencé a experimentar todos los síntomas que tanto había estudiado durante mi posgrado en sueño y vigilia pediátrica, donde se hace mucho hincapié tanto en la parte fisiológica y médica de los niños como en el impacto en los cuidadores, ya sean padres, tutores u otros, porque es muy importante la relación que se establece en esos momentos con los niños, y cómo afecta a los adultos en términos de sueño. Con esto dicho y habiendo explicado un poco mi historial, ahora comenzaré a compartir mis razones, sentimientos y todo lo que pasé, porque creo que si te encuentras en el mundo del mal dormir, te sentirás identificado/a.»

Y bueno, aquí están esas 10 razones por las que empecé. Luego tomé la decisión de cambiar mi vida. 

  1. El agotamiento extremo:

 No te estoy diciendo nada nuevo. El no dormir, estar agotado todo el día. Todo te pesa. Es como si llevaras una mochila de una tonelada encima. Más que una mochila, es como si llevaras un traje de una tonelada encima. 

  1. Dificultad para concentrarme:

Soy una persona que tiene muy buena capacidad de concentración. Siempre he podido concentrarme durante mucho tiempo en algo que me ha interesado. De hecho, incluso hay momentos en los que, si me interesa mucho el tema y estoy concentrada en algún trabajo, se me olvida comer o merendar. Pero en esa época me resultaba muy complicado, muy complicado. De hecho, como expliqué en el episodio de la neuroplasticidad, mi cerebro había cambiado y mis prioridades tenían que cambiar. Una de las prioridades que decidió cambiar mi cerebro fue la concentración. 

  1. Cambios de humor y la irritabilidad:

Estaba insoportable, pero insoportable incluso para mí misma. Intentaba estar contenta, luego me despertaba al día siguiente y decía: «Venga, hoy va a ser un buen día, hoy tienes que estar contenta porque tienes un niño pequeño de tres años que necesita que su madre también esté contenta». Y entonces me despertaba y decía: hoy va a ser un buen día, hoy va a ir bien. Pero me enfadaba por nada, todo me molestaba. Luego me sentía culpable porque me había enfadado por nada y luego volvía a estar agotada. Tenía cambios de humor frecuentes e irritabilidad.

  1. Problemas de salud física:

Es increíble cómo afecta el buen descanso a nuestra salud física. Cuando era más joven y tenía picos de estrés, solía tener migrañas. Hacía mucho tiempo que no había tenido migrañas, pero cuando pasé por esta etapa, volvieron a aparecer. En ese momento ya no estaba amamantando, así que podía tomar medicación y tuve que volver a hacerlo. Eran medicamentos muy puntuales, pero los necesitaba para poder aliviar esas migrañas terribles que no había tenido en años. Además, estaba el tema físico de la espalda. No sé cómo lo llevas tú, pero para mí el simple hecho de levantarme constantemente, recogerlo, dejarlo, volverlo a recoger… todo lo que ocurre durante una noche en la que haces lo que sea y no descansas bien, hacía que me levantara rígida, tensa toda la noche. Todo eso hacía que al final tuviera muchos dolores en la parte cervical y dorsal.

  1. Dificultad en el cuidado del bebé

En realidad, no solo había dificultades, sino que incluso sentía cierto rechazo. Y esto es algo por lo que siempre me he sentido muy culpable, porque, por supuesto, Nico, siendo mi hijo, pero en ese momento de tanto mal dormir, estaba enfadada con él. Me enfadaba con él, me enfadaba conmigo misma por no sercapaz de ayudarlo. Debía disfrutarlo y, por otro lado, sentía culpa. La culpa me consumía porque no lo estaba disfrutando como debería, no estaba con él tanto como debería, no lo cuidaba como había cuidado al primero. Esto nos sucede mucho cuando tienes un segundo hijo, siempre tratándolo como el pobre segundo. Y todo eso también dificultaba las actividades con él, todo, porque no tenía esa alegría, esa ilusión, estaba agotada.

6 El impacto en las relaciones personales

Soy una persona muy extrovertida, me encanta estar con gente. De hecho, en mi página web, uno de los puntos de mis hobbies o cosas que me gusta hacer es estar con mis amigos, ya sea tomando algo o simplemente hablando con ellos. Disfruto mucho escuchando y hablando. Sin embargo, me di cuenta de que me había encerrado en una cueva y no era solo por el tema del Covid, ya que podíamos quedar en momentos de burbuja. En realidad, era más bien pereza. Me daba pereza tener esas relaciones sociales de las que siempre había disfrutado tanto. No sé si alguien más se puede sentir identificado aquí. 

7. Disminución de la paciencia

Tenía un hijo de tres años con muchos celos y no tenía paciencia con él. Mi hijo estaba en plena etapa de rabietas y esas rabietas me molestaban. Estaba agotada y lo que menos necesitaba era lidiar con las rabietas del pequeño. Pobre de mi hijo mayor, que no tenía culpa alguna. Una vez más, la culpa me consumía. Recuerdo más de una vez haberme encerrado en el baño y ponerme a llorar, diciendo: «No puedo con esta situación». La verdad es que me estaba desbordando.

8. Rendimiento laboral:

Soy una persona bastante exigente conmigo misma. Siempre me he esforzado al máximo en mi trabajo, independientemente de la pasión que sintiera por la empresa. Me di cuenta de que no estaba siendo la Alicia que siempre he sido, no estaba rindiendo como debía, no estaba cumpliendo con mi nivel de exigencia habitual. Tenía mucha suerte de tener un jefe maravilloso en ese momento, alguien que mostraba mucha empatía hacia mí. Solo se preocupaba de ver si tenía buena cara y yo no quería contarle una y otra vez lo poco que había dormido. Ya saben, lo típico de no querer que esto me perjudique. Pero la verdad es que todo se estaba volviendo bastante complicado. De hecho, en ese momento tenía un trabajo que implicaba conducir bastante y más de una vez me encontré en esa típica situación de no saber cómo había llegado hasta allí, lo cual es bastante peligroso.

9. Problemas emocionales y mentales:

Me sentía abrumada. Estaba desbordada, completamente desbordada. Me encontraba en el baño llorando a veces por la culpa, por los sentimientos.Este sentimiento de rechazo, todo esto, era una alarma tanto a nivel emocional como a nivel de salud mental y física. Era necesario alzar la mano y decir: «Oye, por favor, necesito ayuda». Por supuesto, hice lo que todos hacen, buscar información por todas partes, pero sin acudir a un profesional o dedicarme a mí misma. 

10. Problemas en la relación de pareja:

Y no hablo solo de las relaciones íntimas, que, por supuesto, cuando no duermes, todo está totalmente desbordado, sino también de la comunicación habitual. Los dos estábamos muy cansados, con la paciencia al límite, todo nos molestaba. Seguramente, como bien sabes, cuando algo te sucede, expresas todas tus emociones negativas con las personas que tienes cerca, con tus personas de confianza. En ese momento, era mi marido y para él era yo. Como resultado, nuestra relación se vio bastante afectada. Además, sin quererlo, buscábamos culpables. «Tú hiciste esto así, yo lo hice asá».“No, pero yo he leído esto, y yo he leído lo otro. No, pero a este niño le pasa, a este niño no le pasa nada”. Pero bueno, un poco en ese círculo, esa bola en la que entras de buscar causas, creyendo que cada uno de nosotros éramos los grandes expertos de las causas y que intentábamos cada día hacer cosas distintas, cambiando colchones de sitio, el tema de la temperatura. Bueno, pues eso, en modo supervivencia. Y también la relación de pareja se veía afectada. 

Estas son algunas de las razones más importantes por las cuales puedes sentir que no puedes más y que no puedes con todo. Por supuesto, esto simplemente te lo cuento para que me conozcas un poco más y para que sepas por todo lo que pasé antes de decir: «Venga, vamos allá, vamos a realizar un cambio». ¿Y por qué al final decidí cambiar toda mi vida de ingeniera industrial a dedicarme a esto de ayudar a familias en el mundo del sueño infantil? Porque tendría que haber empezado antes. Como me dijo una vez una familia, Alicia, ¿por qué no te conocía antes? Habría disfrutado mucho más de todo y habría vivido mi maternidad de otra manera.

Y es cierto, es cierto que siempre creo que no hay por qué aguantar, que estamos en el 2023 y esto tiene cosas muy positivas, y es que hay grandes y maravillosos profesionales especializados en cada uno de los aspectos de la crianza, cuyo único objetivo es ayudar. Hice el cambio porque vi que a mí me había cambiado la vida volver a dormir. Por supuesto, cuando volvimos a dormir, todos estos puntos, estos diez puntos, razones negativas y complicadas, mejoraron, cambiaron y volvieron a ser lo que eran antes. Creo que, como dice al inicio de este episodio, soy una apasionada, obsesionada por el buen dormir y por la divulgación, porque lo que quiero es que la gente entienda que no hay por qué pasar por esto. Es como cuando nos encontrábamos en los partos y teníamos que hacerlos, y todos nos decían que no hay por qué pasar por eso. Es decir, no hay por qué aguantar ese mal dormir hasta que el niño cumpla dos o tres años, porque es una etapa más que se va a pasar. Primero, porque no siempre es así. No siempre son etapas que se van a pasar, y no todos los niños llegan a los dos o tres años durmiendo bien.

Muchas veces hay variables fisiológicas y médicas. Hay un caso de una de las familias que tiene su testimonio en la web, si quieres verlo, y que hasta que no se tratan, no puede mejorar. Los problemas y trastornos del sueño existen, y cuanto antes se detecten, mejor para el bebé y para toda la familia. Lo digo porque no siempre tenemos que conformarnos con pensar que cuando sea mayor dormirá toda la noche o no. Y además, siempre digo lo mismo, esto es una balanza que debes equilibrar en tu vida: cuánto quieres aguantar, soportar, y cuidado con el bienestar de tu pequeño. Hasta aquí el episodio más personal que he explicado.